por fr. Francesco Scaramuzzi, OFM Cap.
El año 2018, inaugurado hace poco, será totalmente dedicado a la celebración de dos acontecimientos importantes de la vida de San Pío: el centenario de la estigmatización y el cincuentenario de su muerte.
Del primero es el mismo San Pío quien hace un informe en una carta enviada al Padre Benedetto de San Marco in Lamis, su director espiritual, el 22 de octubre de 1918: “Era la mañana el día 20 del pasado mes, en el coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por un estado de sosiego, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos internos y externos, y las mismas facultades del alma se encontraron en una paz indescriptible. En todo esto, se hizo un total silencio alrededor y dentro de mí; entró rápidamente una total paz y un abandono a la completa privación del todo y una posición de extravío. Todo sucedió en un relámpago. Y mientras todo esto sucedía, vi delante de mí a un misterioso personaje, parecido al que vi la tarde del 5 de agosto, del cual se diferenciaba sólo en que éste tenía las manos, los pies y el costado brotando sangre. Su mirada me aterró; lo que sentí en aquel momento no se lo sabría decir. Me sentía morir y me habría muerto, si el Señor no hubiera intervenido para sostenerme el corazón, que sentía salirse de mi pecho. La mirada del personaje se retiró y yo me di cuenta que mis manos, pies y costado estaban perforados y emanaban sangre. Imagínese el tormento que tuve entonces, y lo que experimento continuamente casi todos los días.
La herida de mi corazón arroja sangre constantemente, especialmente desde el jueves por la noche hasta el sábado. Padre mío, yo muero de dolor por el tormento y por la confusión siguiente que siento en lo íntimo de mi alma. Temo morir desangrado, si el Señor no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y si me quita este hecho. Jesús, que es tan bueno, ¿me hará esta gracia? ¿Me quitará al menos esta confusión que siento, por estos signos exteriores?” (Epist. I, pp.1093-1094).
Por lo que se refiere al segundo acontecimiento, el Padre Pío murió a las 2.30 del 23 de septiembre de 1968, a la edad de ochenta y un años, rodeado de sus hermanos, y después de ser confesado.
Estos dos acontecimientos merecen ser celebrados porque vuelven a invocar, de modo potente, el fundamento de toda la existencia del Santo de Pietrelcina: Jesucristo. Si en el primero Cristo se hace presente en el cuerpo del Padre Pío, implicándolo en su sacrificio, en el segundo el Señor resucitado se pone como fin primero y último de su existencia terrena.
En el fondo, estos dos acontecimientos no son otra cosa que la celebración más elevada de la fe de San Pío en Jesucristo, en la vida y en la muerte.
Por todo ello, la Provincia de los Hermanos Capuchinos de Sant’Angelo y Padre Pío – Foggia celebrará con un relieve especial los dos acontecimientos, con una serie de citas, que se iniciarán oficialmente el 22 de enero de 2018 en Morcone, con una solemne Celebración eucarística.
Serán muchos los eventos de carácter cultural y celebrativo: daremos noticias de todo, con comentarios y estudios, en una sección dedicada de nuestra revista.
Al empeño de Voce di Padre Pio se sumará también la preciosa contribución de Padre Pio Tv, con servicios de información, crónica y reflexión. No me queda más que desearos a vosotros, devotos e hijos espirituales de San Pío, que viváis intensamente este año 2018, en el que celebraremos al Señor Jesús resucitado y viviente, en el recuerdo de lo que experimentó San Pío.